viernes, 18 de octubre de 2013

Antipatriota


No sé si es porque llevo demasiado tiempo habitando este planeta por lo que cada vez la realidad social y cultural me parece menos fresca y más conservadora. Puede ser que a mis ojos se sorprendan ya por muy pocas cosas, no digo yo que no, pero me da por pensar si no es que un pequeño censor se ha ido instalando en los subconscientes de los humanos con la paciencia de un liquen y se echan las manos a la cabeza por cualquier cosa.

Hace unos días leí que un actor, cantante, showman…un juglar vaya, Albert Plá, conocido por su irreverencia, había dicho que España le daba asco y vi como los medios y la población se escandalizaban ante tamaña blasfemia. Puedo estar o no de acuerdo con esta afirmación y ni en un caso ni en otro coincidirán mis motivos con el señor Plá pero ni ha robado ni ha matado a nadie. Hay quién dice que no merece estar en un recinto público que pagamos todos y a mí me surge la duda de si ahora resulta que solo quién esté de acuerdo con el Estado tiene derecho a utilizar instalaciones que pagamos todos, su espectáculo incluido.

Este escandalizarse tiene, además, el efecto perverso de hacer publicidad a un señor al que muchos ni conocían y ese uno de los motivos por los que el Gran Teatro de Cáceres ha decidido mantener la obra en cartel. No ha sido la transgresión de su expresión artística la que ha despertado las adormecidas mentes de los ciudadanos y las instituciones sino que sea enemigo de la patria (y de la civilización cristiana a lo mejor, quién sabe). Una estrategia de marketing que ya inventaron los Sex Pistols.



Se impone el cotilleo y el amarillismo en nuestras artes en lugar de la calidad. No sé si este es un buen o mal espectáculo, eso deberían juzgarlo los espectadores con su asistencia o no y no los organismos estatales que en otras ocasiones han prestado sus recintos, que pagamos todos, a instituciones religiosos que a muchos ofenden con sus juicios acerca de lo hacen o dejan de hacer los adultos en sus alcobas y con sus cuerpos.

El arte ha desaparecido de escena dejando el protagonismo a patrioterismos varios, el del autor y el de quienes han criticado sus declaraciones y no sé si es un país libre aquel en el que no puedes nombrar a Dios ni a la patria en vano sin que una turba popular exija tu cabeza.

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